lunes, 28 de febrero de 2011

PREMIOS OSCAR



Si algo queda claro tras la última ceremonia de los Oscar es que a Ann Hathaway y James Franco no los volveremos a ver como anfitriones.
Los organizadores de la fiesta del cine más grande del mundo quisieron hacer de esta una noche hip, trendy, llena de alusiones a Facebook, Twitter y teléfonos inteligentes. En otras palabras, una noche más atractiva para mayores de 20 y menores de 40.
Pero los genios marqueteros detrás de esta decisión debieron esconderse bajo la mesa cuando apareció Billy Crystal y el Teatro Kodak en pleno se paró a aplaudirlo. El mensaje: basta de probar suerte (¿Hugh Jackman? ¿Alec Baldwin?) y pongan aunque sea a un malo conocido.
Los mejores momentos de Hathaway y Franco fueron sin duda las parodias pregrabadas. La fiesta comenzó con un spoof de Inception, en el que ambos pretendían meterse en los sueños de Alec Baldwin, y en el camino se introducían en escenas de las mejores películas del año.
Pero en vivo la pareja encontró demasiados baches. Por un lado, la actitud de Franco, tan relajado que parecía su personaje de Pineapple Express (no, no estaba flotando en hierba. Quienes lo conocen de cerca aseguran que él es así). Y por otro lado, Anne Hathaway parecía abrumada con la tarea. Aun siendo una gran actriz, no mostró la chispa para la improvisación de otros anfitriones y delataba sus nervios con risas que hacia el final de la ceremonia comenzaron a impacientar a la platea.

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